Cuando se lleva una vida tan ardua
y llena de presiones como la mía, con profesiones y ocupaciones varias, tales
como músico, bloguero, activista contra la caza indiscriminada de gamusinos en
todo el mundo, amante impenitente de las mujeres de mis mejores amigos, guía
espiritual de cachorros, planchacamisas y cirujano cardiovascular en mis
tiempos libres, uno no se explica muchas veces por qué todavía no es ídolo de
masas, o de esos tantos tipos que en la historia se ganaron el mote de “enviados
de Dios”, etc… no es que me haya entrado
la premura ahora de realizarme y eso, que puedo esperar vio, pero…
En fin, repasando las últimas
llamadas entrantes en mi smartphone, he caído a claras cuentas de que no había
ninguna, bueno… vamos, habían unas pocas, los buenos de Movistar que llamaron a
las 07:59, BBVA y uno que otro de esos Seguros -que vaya a saber de qué sangrienta
manera obtienen los números personales de la gente- que nunca lo dejan solo a uno…
En el mientras de un largo repaso
de “qué les hice” o “qué no les hice” a esos malditos que solemos llamarles ‘amigos’,
suena el celular, -¡chillííín, chillííín… CHILLÍÍÍN, CHILLÍÍÍN!-, ¡okay, okay, que
no, no tengo un smartphone, mi celular es de esos viejitos que avergüenza un
poco atender en público, pero que no es lo importante, así que borren esa sonrisita estúpida de sus rostros. Se preguntarán ¿quién era?, eso me he preguntado yo…
pues no he llegado a atender la llamada, a pesar de lo mucho que corrí, una
fucking llamada perdida de un muy mal parido “Número desconocido” de algún so cretino
o so cretina que no sabe lo sano que puede llegar a ser llamar una vez más…
Esto me llevó a otro largo repaso
entre, los amigos que posiblemente sí llamarían de nuevo y los que posiblemente
no lo harían; dentro de los que sí, había otros dos subgrupos, de los que sí lo
harían en tales circunstancias y los que no los harían en tales circunstancias; dentro de los que sí lo harían en tales circunstancias, llegué a tener más circunstancias
que amigos… lo cual no me estaba llevando a nada…
Luego cree un nuevo grupo, un tanto
irreal, que terminó tomando más importancia que todos los anteriores, donde eché
vuelo a eso que llaman… imaginación… -Liber modo imaginación, ON-, empecé a
enlistar a quiénes hubiera querido yo que sean quien llamó, en lo que empezó a
entrar mucha gente, a quiénes empecé a ordenar en modos muy diversos y en un sinfín
de categorías y subcategorías, entre más probables, menos probable, más interesantes, menos interesantes, los que
conozco, los que no, etcétera; empezó a tomar mucho peso también la hora en que
entró la llamada, su numerología perfilaba nuevos enigmas y según cómo fuese
desglosada tenía mayor o menor incidencia en lo que di a llamar luego, Astrología-Telefónica
Móvil (ATM).
Mi búsqueda se complejizaba, me excedía
de una manera fascinante, pero al mismo tiempo se volvía más clara, su lógica
cada vez más exquisita, más coherente, más completa… e increíblemente… me
encontraba cada vez más cerca de quién fue la persona que llamó… podía sentirla
en mis pensamientos de una manera única… como no había sentido nunca a nadie
antes… como si la comunicación se hubiera dado desde tiempos remotos, como si
hubiese nacido conmigo mismo… y como si en ella habrían tocado mi alma,
transformando mi ser para siempre…
En lo que… -¡chillííín, chillííín…
chillííín, chillííín… CHILLÍÍÍN, CHILLÍÍÍN… CHILLÍÍÍN, CHILLÍÍÍN-, Llamada entrante, “Número
desconocido”.
Y, pues sí, claro… decidí no atender.